Para producir 200 kg de sal marina cuatro veces al mes se necesitan casi 80 000 l de agua procedentes de la isla de Noto. Cada grano de esta sal transmite un mensaje de delicadeza, salud y calidad.
El agua marina de la isla de Noto es considerada una de las más limpias de Japón, motivo para que los habitantes de la isla comenzaran a fabricar sal en el siglo XVI.
Esta sal se elabora siguiendo el método exclusivo de producción desarrollado por nuestros artesanos. El agua marina recogida es pulverizada sobre unas esteras de bambú colgadas del techo. A través de ellas, el agua va goteando y acumulándose en el suelo. A medida que el agua salada atraviesa las esteras, parte de la humedad se evapora y la que queda acumulada en el suelo vuelve a rociarse sobre las esteras.
Este proceso se repite varias veces hasta que el agua salada quede concentrada. A continuación, se vierte el agua en un gran caldero de acero inoxidable de unos 2 metros de diámetro, se coloca sobre un fuego de leña y se deja cristalizar lentamente durante 48 horas.
Al igual que otras sales marinas japonesas, la Suzu Shio es ligeramente húmeda.
El último paso es almacenar la sal en maderas de bambú de 3 años de antiguedad. A continuación, se introducen en unos hornos tradicionales hasta que, al cabo de tres días, el bambú se carboniza. Esta sal es auténtica, rica en minerales naturales que aportan amargor, dulzor, ligera acidez y, por supuesto, salinidad.
El resultado que se obtiene es una sal que contiene partículas de carbón de bambú (de ahí su color ligeramente oscuro), más suave, con un toque ahumado y un final de boca dulce y rico en umami.
Esta sal es muy exclusiva, una «grand cru» reconocida como una de las mejores sales de Japón.
Nuestra combinación perfecta: esta sal es un excelente acabado para cualquier plato, sushi (especialmente de calamares y atún), sashimi, carnes asadas, pasta, tempura...